10 de abril se celebra el día del investigador científico recordando el nacimiento del Dr. Bernardo Houssay (1887-1971), quien por sus investigaciones marcó un punto de inflexión en el desarrollo científico de Argentina. El Dr. Houssay fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias (1923), fundó el Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme-1944) y en 1945 publicó el tratado de fisiología humana, conocido como la “Fisiología de Houssay”, que puso a la Argentina en el mapa de la fisiología mundial. Pero el gran reconocimiento internacional lo obtuvo en 1947 con el premio Nobel de Medicina y Fisiología por el descubrimiento de la importancia de la hormona del lóbulo anterior de la hipófisis para el metabolismo de los hidratos de carbono, lo que permitió avanzar sustancialmente en la lucha contra la diabetes, siendo el primer latinoamericano en obtener un Premio Nobel.
Formó números discípulos, entre ellos, a Luis Federico Leloir, el médico y bioquímico argentino que también obtendría un Premio Nobel en 1970 en Química. Actualmente la ciencia argentina sigue cosechando lo que Houssay sembró a través del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) fundado en 1958 siendo su primer presidente. Él decía que un investigador debía dedicarse a tiempo completo a investigar y creó así, a través del Conicet, la carrera de investigador científico “full time”. A pesar de los reconocimientos en varias academias e instituciones locales y extranjeras, Houssay confesó que su mejor logro había sido la creación del CONICET para ofrecer un marco de contención a los investigadores nacionales. Hoy en día esta comunidad de hombres y mujeres que dedican su vida a la ciencia, considerándola como la mayor acción colectiva de la humanidad y teniendo como un objetivo central la construcción de conocimiento para transferir a la sociedad, crece sostenidamente también en el ámbito de las Universidades Nacionales y de otras instituciones que componen el sistema científico-tecnológico de nuestro país.
La pasión por lo que se hace es una de las características que define al investigador científico. Muchas veces los investigadores no poseen una retórica llamativa y puede ser carente de metáfora, haciendo menos atrayente la comunicación de sus logros, pero como consideraba Houssay, lo importante es la argumentación de los hechos que el investigador brinda basada en aquello que experimenta y puede demostrar y no tanto en los artificios con la palabra.
Particularmente se destacan hoy los científicos vinculados a las ciencias de la salud, pero es importante resaltar que la comunidad científica toda esta en alerta y trabajando ininterrumpidamente para satisfacer las demandas que surgen para las distintas disciplinas; desde necesidades cuyas respuestas requieren de las ingenierías y/o desarrollos informáticos específicos, hasta estudios interdisciplinarios e interinstitucionales para determinar el impacto social y ambiental de la pandemia a distintas escalas
Hoy, más que nunca, se revalorizan las palabras de Houssay: “La ciencia, la técnica y la investigación son la base de la salud, bienestar, riqueza, poder e independencia de los pueblos modernos. Hay quienes creen que la investigación científica es un lujo o un entretenimiento interesante pero dispensable. Grave error, es una necesidad urgente, inmediata e ineludible para adelantar. La disyuntiva es clara, o bien se cultiva la ciencia, la técnica y la investigación y el país es próspero, poderoso y adelanta; o bien no se la práctica debidamente y el país se estanca y retrocede, vive en la pobreza y la mediocridad. Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico tecnológico. Y los países pobres lo siguen siendo si no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia.”
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