La Radioterapia actual tiene como premisa la búsqueda de la máxima precisión y la mejora constante de la calidad en la aplicación del haz de radiación sobre el área u órgano afectado, logrando minimizar los efectos en órganos o tejidos sanos circundantes, conservando la estructura y función de los mismos.
La radioterapia actúa dañando el ADN de las células tumorales, interfiriendo en su replicación y ciclo celular. Las células atípicas cuyo ADN está dañado irreparablemente dejan de dividirse o mueren
Este proceso no es inmediato, se requieren días o semanas de tratamiento antes de que el ADN esté lo suficientemente dañado para generar un daño letal en las células neoplásicas. Este efecto provocado por la radiación puede extenderse durante muchas semanas o meses una vez finalizado el tratamiento.
Dentro de la estrategia oncológica, la radioterapia es un tratamiento local, lo que significa que trata un área especīfica del organismo. Por ejemplo, en el caso de un tumor mamario, el paciente recibe solamente la irradiación en la mama afectada.
El tipo de radioterapia que un paciente puede requerir durante un tratamiento oncológico depende de muchos factores, como:
- El tipo de cáncer
- El tamaño tumoral
- La localización y cercanía a tejidos u órganos sanos
- El estado general del paciente y su historial médico
- Tratamientos oncológicos previos o simultáneos
- Otros factores, como hábitos tóxicos, edad y otras enfermedades
Tipos de tumores que tienen indicación de terapia radiante
Más del 60% de los pacientes oncológicos reciben tratamiento radiante durante el curso de su enfermedad. Hay una variedad de patologías tumorales que tienen su indicación precisa, ya sea como tratamiento definitivo o preventivo. Las más frecuentes son el carcinoma de próstata, mama, pulmón, digestivos altos y bajos, ginecológicos, cabeza y cuello, cerebro entre otros.